La sardana tendrá un monumento en Montjuich
3 minutos de lecturaLa sardana tendrá un monumento en Montjuich La Vanguardia 17/07/1965
José Tarin-Iglesias (Barcelona).
Estará emplazado en la mueva carretera del castillo
Desde hace mucho tiempo se venía hablando de la posibilidad de erigir en nuestra ciudad un monumento a la Sardana, pero por diversas razones el proyecto nunca había cuajado.
Dentro de muy poco tiempo va a ser una auténtica realidad.
En la montaña de Montjuich, en una encrucijada de la nueva carretera que conduce al castillo, junto a lo que va a ser entrada principal del futuro parque de atracciones, se levantará el monumento a la sardana, «la dansa mes bella de totes les dances», escribió Maragall en versos inolvidables.
El lugar escogido para su emplazamiento no puede ser mejor. La brisa del mar y el aire de la montaña lo acariciarán constantemente, infundiéndole un frescor perenne.
La escultura
Él monumento, obra del escultor José Cañas, tiene un diámetro de unos cuatro metros, y las ocho figuras —todas ellas de extraordinaria serenidad— miden unos dos metros de altura, talladas en piedra caliza de Ulldecona, fuerte y apretada.
En el centro el autor colocará una piedra traída de las montañas de Montserrat, que simbolizará el pequeño hatillo que los sardanistas suelen dejar en el centro del «rotllo».
El montaje ha durado varias semanas. Las graciosas figuras tienen un gran equilibrio.
Sus rostros son expresivos y el arte y la inspiración de Cañas han sabido interpretar el auténtico sentido de nuestra danza, en la que existe mucho de amor y de humanidad.
Parece como si hubieran sido arrancadas todas ellas de la propia realidad, de las que continuamente vemos bailar armoniosamente por pueblos y ciudades de la geografía catalana.
Tienen un hálito de vitalidad interior. Contemplando el monumento de Cañas, nos da lo sensación de que, de un momento a otro, van a rasgar el aire las notas de cualquier melodía de Pep Ventura, el gran poeta de la sardana…
La luz y el sol resbalan por las figuras sin tropiezos de ninguna clase.
Nace una leyenda
El monumento todavía no está terminado. Cañas, que graciosamente suele afirmar que él no acostumbra a confiar sus hijos a ninguna nodriza, está junto a la obra, dándole los últimos toques, puesto que según explica, firma todas sus virtudes y defectos.
Así podríamos decir que él monumento ha surgido a la luz del día, lo que ha motivado una curiosa leyenda.
Son muchos los que se acercan a contemplar entre el encañizado cómo del inmenso bloque de piedra van apareciendo las aladas figuras, formándose en algunos instantes corrillos que hablan y discuten si el monumento es de una sola pieza.
Y aquí surge la leyenda: Uno de los guardianes de la obra en las horas en que el escultor no trabaja, es un viejo andaluz que explica a quien le pregunta:
Verá usted: había aquí una enorme piedra… Un día vinieron unos hombres, se subieron a ella y comenzaron a dar martillazos y a trabajarla poco a poco, semana tras semana, hasta que quedó lo que ahora veis.
Quizá es mejor no romper la ilusión, ya que de esta forma el monumento a la sardana tendrá desde ahora su leyenda.
Aquellas maravillosas figuras que pronto van a contemplar los barceloneses bien se lo merecen. Cañas ha sabido infundirles auténtica vida.
No hay en ellas modas pasajeras ni caprichos con veleidades estéticas, o con la esclavitud de unas normas anquilosadas que contagian frío a quien las contempla.
Por el contrario, al escultor le ha guiado en esta ocasión el soberano concepto de la simplicidad.
La sardana tendrá, por fin, su monumento en uno de los lugares más bellos de esos nuevos rincones que Barcelona va recuperando en aquella montaña, repleta antaño de negros presagios y convertida ahora en maravillosos parajes llenos de luz, de vida…