Homenaje al Parque de Atracciones de Montjuic

Esta web narra toda la historia del Parque de Atracciones de Montjuic, una de las grandes opciones de ocio de las que disfrutó Barcelona desde su inauguración, en 1966 hasta su cierre definitivo, en 1998.

Olé Olé actuó cuatro veces el pasado fin de semana en el Parque de Atracciones

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Olé Olé actuó en Parque de Atracciones – La Vanguardia   11-07-1988
Félix Flores (Barcelona)

Marta Sanchez y Olé Olé actuó cuatro veces el pasado fin de semana en el Parque de Atracciones

Marta Sánchez y Olé Olé actuó en Parque de Atracciones, ofrecieron cuatro actuaciones, a un precio módico, el pasado fin de semana en el Parque de Atracciones de Montjuic. La mujer que venció a la italiana Sabrina, en un duro pulso por el título de señora más estupenda, mostró ante los miembros de la prensa, que la esperaron por más de dos horas, una pose de pequeña diva, con gafas oscuras y algo desdeñosa, en un intermedio de sus actuaciones. Sobre el escenario, encandiló a chicos y grandes con su sola presencia, una imagen diminuta de niña bien dotada, de hermanita mayor convertida en estrella, que viene explotando concienzudamente de la mano de una multinacional de los refrescos. Ella asegura, por el contrario, estar harta de toda la historia que se ha montado a su alrededor. Los chavales le dijeron de todo.

Aquí estuvo: la mujer más apetecida por los españoles, según las últimas encuestas, al alcance de todo los bolsillos. Marta Sánchez y su conjunto, Olé Olé, por sólo 25 pesetas en el Parque de Atracciones de Montjuic, y con derecho a presenciar dos actuaciones, tarde y noche: y dos días, sábado y domingo. Con los precios que corren, una verdadera ganga.

La presencia estelar de Marta Sánchez está anunciada para las siete y media de la tarde, y a las seis, el auditorio del Parque, sobre el que cae un sol justiciero, es un hervidero de multitud expectante. A la misma hora, un grupo de periodistas, en su mayoría fotógrafos, se instala detrás del auditorio, en un cuartito, frente a una caja de bebidas refrescantes —que pronto se irán caldeando— y unas patatas fritas. La encargada de los lavabos es quien, sonriente, controla el acceso y pide las pertinentes acreditaciones de prensa. El encuentro con Marta Sánchez y sus cuatro hombres estaba previsto para las seis; en realidad, son más de dos horas de larga espera en puro abandono, sin teléfono, y de encierro bajo llave por el celo profesional de la citada señora de los lavabos.

Los Olé Olé vienen de Las Palmas de Gran Canaria. Retraso. “Ha visto a Juan, el batería?» (Juan Tarodo es el novio de Marta). “Es usted del grupo?”. En el exterior, el público —grandes y chicos, niños y niñas, sobre todo—ofrece una muestra irrepetible de heroísmo sobre la parrilla calcinante que es el auditorio, sin gestos de irritación.

Marta Sánchez ha conseguido llevar a Olé Olé a las más altas cotas de popularidad desde que abandonó su antecesora, ahora rasante solista, Vicky Larraz. Marta comenzó a lucir escote cuando el verano del año pasado, Sabrina irrumpía como exuberante dama del pop-disco.

Rubia teñida plantó batalla a la italiana a través de las páginas (y muchas portadas) en las revistas “del corazón”. Finalmente, un cierto furor patrio dio la victoria a la española. Conclusión: un nuevo disco que se adivina millonario —con el título de “Cuatro hombres para Eva» y con Marta en la funda disfrazada de hembra devoradora— y un contrato con Coca Cola por valor de —afirma ella—  cien millones de pesetas para toda la campaña, que incluye un anuncio televisivo. Nos toca —dice— a millón y medio para cada uno del grupo más los beneficios por el spot”. Olé Olé además tiene previstas unas cien galas a lo largo de cuatro meses.

Y, por fin, sale Marta. 22 años y 95x67x85 centímetros, distribuidos en un cuerpo diminuto. Botines, pantys de malta, minifalda, “body” y torera —todo en negro—, que luego cambiará con rapidez por un atuendo igual en rosa y negro. Los complementos: una boa rosa y una gorra gris —para cantar su versión de “Lili Marleen”—. Marta levanta los ánimos y las pasiones de una masa de jovencitos que clava sus ojos en ella.

Las chicas la observan con envidia y los padres echan mano de la cámara de vídeo doméstico. Aún es de día y no hay focos. Marta acompaña sus interpretaciones de una coreografía tan estudiada como marcial; ejecuta cada paso con la mirada puesta en el vacío y atenta al siguiente movimiento. El final de cada tema acaba en pose. Marta se dirige al respetable con voz de niña: «Muchas gracias por venir ¿lo estáis pasando bieen?”. Las respuestas son contundentes: “Tía buena!” “Marta, ¿no tienes calor?”. Cada “show” es de tres cuartos de hora, suficiente para una tarde de verano.

—Nos tenemos que marchar, pero volvemos luego. ¿Dónde os vais ahora, a casa?
—¡Contigo, contigo!
—Ah pillines! Pero sois muchos..
.
Mientras Marta Sánchez se cambia en la trastienda, metida en una cabaña de lona como la que usan los trabajadores de las obras en la calle, alguien sale al escenario: “Esperen. Antes de que se vayan a montar en los caballitos, voy a presentarles a una gran figura de la canción española, que no tiene nada que ver con Marta Sánchez y que…” Y aparece ¡Antonio Molina! El cantante se encuentra rodando en Barcelona una película, “La pequeña Andalucía”, y se aprovecha la circunstancia para tomar algunos planos de la multitud. El patriarca de la saga Molina saluda afectuosamente, aunque debe declinar las peticiones de que cante.

No se sabe cómo, una chavalita ha conseguido encaramarse en un balcón, dos metros sobre el suelo, y entrar para pedirle un autógrafo a Marta. Abajo, se amontona el gentío. Pero Marta no está para nada. En “shorts” y jersey de chándal con su marca patrocinadora, se diría que no es la misma. Se presenta con el pelo recogido y unas gafas oscuras. Se sienta con sus músicos (uno de los cuales se ha bebido una cola de la competencia), cogiéndose la cabeza con las manos. Su actitud y la de sus compañeros es de visible prevención, por no decir rechazo, ante cualquier pregunta.

Los Olé Olé rebaten que su popularidad se base en Marta —“hacemos las mismas galas y vendemos los mismos discos que antes” — y aquélla no quiere saber nada de Vicky Larraz, quien ha afirmado últimamente algo así como que todo se lo debe a ella. Dice que está cansada de su imagen y que “Sabrina es una tomadura de pelo. Tiene más curvas que yo pero le tiran tomates. Y yo tengo voz”. De hacer cine, de momento nada: “Me han ofrecido varios personajes pero todos eran tirando a la props…, pors.. “Prostitución”, le ayudan. Bueno, eso, como se diga”. Le gustaría trabajar con Pedro Almodóvar.

Vista la facilidad de palabra de Marta Sánchez, los agotados periodistas tiran por la vía sencilla. Su modelo de hombre, el actor Rob Lowe; su cantante favorita, Whitney Houston (casualmente, comparten firma patrocinadora), “pero tiene que aprender a moverse en el escenario”. Un fotógrafo le pide que se quite las gafas negras, que si no va a quedar muy mal.

—Mira, para eso tendrás que hablar con alguien de la compañía.

Olé Olé actuó en Parque de Atracciones. Recorte de prensa facilitado por Jose Pérez

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